[Rp]Llegada de Astaroth da Lúa, Maestre de Armas de Fisterra

El jinete llego al trote ligero al Castillo, sin escolta, como exigían las normas del respeto. Vestía de negro, y sobre el pecho llevaba bordada la cruz de plata de Fisterra, bordada tambien, junto al cuervo, en el pendon azul que de su lanza pendía. Se había retirado el yelmo de la cabeza, y la espada pendía, inofensiva del costado.

¡Abrid las puertas a Astaroth da Lúa, Maestre de Armas da Orde de Fisterra!

Caracoleó el caballo, a la espera de que se diese en el interior la orden de abrir.

El Di Valiant se paseaba por el castillo cuando un militar que no conocía arribo a las puertas de la fortaleza pidiendo que se le dejase entrar. Un soldado cercano alcanzó al comendador de tierra y le dijo.


Mi señor, disculpe que le moleste, pero hay un hombre a las afueras de la fortaleza solicitando entrar, dice que es el maestre de la orden de fiesterra, o eso le entendí

Dejadle entrar al caballero, yo me hago responsable. Tu federico, dijo al tiempo que llamaba con su mano a un soldado cercano. Por favor llama a mi Maestre, este asunto requiere su presencia. Si señor, de inmediato.


Luisfer vió como las puertas se abrieron y de inmediato el caballero ingresó al castillo, un par de soldados le brindaron asistencia de inmediato con su caballo.


Don Astaroth da Lúa, sea usted bienvenido al Castillo de la Orden de los Templarios, mi Maestre vendrá pronto a atenderle mientras tanto póngase comodo. Si en algo puedo servirle no dude en decirmelo.

El da Lúa descabalgó con presteza, inclinando la cabeza ante el Templario que ordenase que abriesen las puertas.

Tranquilo, señor di Valiant, no hay prisa alguna, y mi Gran Maestre disculpara mas un pequeño retraso que un error precipitado-sonrió a medias el galego-Mi presencia aqui es una mera formalidad, pero aun asi, me alegro de que sea el mismo Maestre quien me reciba, especialmente siendo quien es. Guardo gratos recuerdos de nuestro unico encuentro...

Tras dejar la lanza y el escudo a cargo de los pajes que se encargaron del caballo, el de Fisterra siguió al Templario mientras este le guiaba por la fortaleza.

[frp]puede que Luisfer no recuerde a Astaroth, pero, puesto que coincidieron en una Orden anterior, mi personaje si recuerda a Luisfer...[/frp]

Ingresó el galego en la estancia, arbolando una sonrisa.

Saludos, maese Jesvs. Largo tiempo y muchos cambios nos separan de nuestro ultimo encuentro, alla en Caspe.

El joven se sentó ante el maestre Templario, como este le indicase.

Vereis, mi presencia aqui, aunque parezca irónico, es una mera formalidad de tono informal. Mi Gran Maestre me ha enviado aqui con la mision de presentar a nuestra Orde ante vuacedes, y a mi mismo, Maestre de Armas de dicha Orde, como el...intermediario, si asi quereis llamarlo en futuras e hipoteticas relaciones que, espero, sean como minimo cordiales. Por supuesto, en este momento ni vuestra Orden ni la nuestra son oficiales, pero en un futuro cercano es posible que nos sea necesario cooperar...

Astaroth dio un pequeño sorbo al vino antes de proseguir.

Nuestra Orden...nuestra Orden es, para que negarlo, joven y modesta. Eso por encima de todo. Nos movemos por el ambito militar castellano, o pensamos hacerlo en no demasiado, manteniendo lazos con la Iglesia Aristotélica. No somos, ni creo que seamos por el momento, Orden Militar Religiosa, pero si compartimos objetivos con la santa madre. En cuanto a lo del Gran Maestre, no, no es demasiada indiscrecion-sonrió de nuevo el da Lúa-La Gran Maestre de Fisterra es Ambar Cortés. Estoy seguro que la conoces, creo que coincidisteis en una de las campañas de limpieza de caminos del Tercio, alla por el verano pasado.

Asintio y sonrio al escuchar el nombre de Ambar. Tambien habian coincidido hace poco en las tabernas.

- Si, la recuerdo, una bella dama de armas tomar.- Rió a carcajadas y volvio a saborear el espeso liquido rojizo.- Amigo Astaroth, vos sois Averroista si mal no recuerdo, ¿no?.- dijo con una sonrisa esperando que no se lo tomara como una agresion.- Habeis dicho tener lazos con la fe Aristotelica, y me pregunto si los lazos que unen a la Orden a al fe de Averroes son profundos y arraizgados como los nuestros con la Aristotelica.

Miro la copa de él.

- Un poco mas.- dijo con una sonrisa y con la botella de vino en la mano.

Enarcó una ceja el gallego, que acabó sonriendo, divertido.

Si, moitas grazas. Me temo, maese Jesvs, que vuestra informacin es erronea. No solo soy Aristotélico, además soy diácono. Sin embargo mi antigua prometida, la dama Cyliam si que se convirtio a la fe de Averroes, puede que viniese de ahi vuestro error. Nuestra Orden tiene lazos, pero, a pesar de todo, tenemos ateos entre nuestras filas. Si responde a vuestra pregunta, nuestros lazos co la Iglesia y la Fe, como institucion, son mas tenues que los vuestros. La nuestra es una relacion, por el momento, mas terrenal.

Se ruborizó ligeramente Astaroth, que respondio algo azorado sin dejar de juguetear con el anllo de su mano

No. De hecho, ninguno de nuestros actuales miembros es Castellano de residencia, aunque muchos, como yo, lo somos de nacimiento. Mayoritariamente se encuantran en Aragón, vendiendo sus tierras quien las poseyere, aunque un grupusculo nos encontramos de camino a Valencia, para volver a Venecia, donde tenemos negocios pendientes

Astaroth agachó, sonriente, la cabeza.

Agredezco vuestra generosa oferta maese Jesvs, mas no me encuentro solo en la zona, y mis compañeros estaran ansiosos por proseguir nuestro viaje. Largas leguas nos quedan por recorrer hasta València, donde nos espera nuestro barco, por lo que no puedo mas que declinar, muy agradecido, vuestro ofrecimiento.

Tras despedirse del Mestre del Temple, el gallego recorrió la fortaleza de vuelta a los establos, guiado por un sirviente. Se acercaba el ocaso, y el castillo aparecía bañado en una luz rojiza. Al llegar al patio, otros dos siervos de la Orden mantenían el caballo preparado, y aun otro esperaba junto a ellos sosteniendo la lanza del de Fisterra. Montó sin problemas, y alargó la mano para coger la lanza que le tendían. Cuando se abrieron las puertas, picó espuelas, cabalgand en direccion al pueblo mas cercano, donde le esperaban, levantando tras de si una nube de polvo, que ocultó el manto negro hasta que se perdió en el horizonte.